Estás embarazada, no estás enferma.
La mujer de hoy con frecuencia se encuentra con está afirmación no solo por parte del entorno que la rodea si no por sus propias creencias.
Es cierto, no estás enferma.
Pero tu cuerpo, tu mente y tu espíritu está realizando la mayor obra de ingeniería que existe. Estás creando una vida nueva dentro de ti. Tu cuerpo tendrá que realizar numerosos cambios para dar acogida y espacio a un ser que crece rápidamente en tu interior. Tu mente tiene que abrirse a una experiencia que te acompañará toda la vida. Ser madre. Tu espíritu conectar y reconocer el vínculo que te une a otra conciencia, una conciencia que te ha elegido a ti para formar parte de tu clan por alguna razón particular.
No estás enferma, pero tienes mucho qué hacer en tan sólo nueve meses. ¿No crees que necesitas dedicarte tiempo a ti?
Desde hace muchos años vengo acompañando mujeres en sus cambios vitales, y el acompañamiento en el embarazo es uno de ellos. https://luzalbor.com/servicios/mujer_luna
Hablemos hoy de yoga y gestación.
Antes de la concepción.
Son pocas las mujeres que se preparan para un futuro embarazo. Una revisión médica para comprobar que todo está bien en tu cuerpo sería recomendable. Pero en ocasiones aunque el cuerpo esté sano nos encontramos con una falta de conciencia corporal y desarmonía que dificultan la concepción o la posterior anidación de la nueva vida.
Cuando una mujer hace uso del yoga para preparar este momento se interrelacionan diferentes niveles, el cuerpo y la psique de la mujer se preparan para abrirse a una dimensión de lo sagrado.
Revisar la relación de la mujer con su propia madre también sería recomendable.
La gestación.
Desde el momento de la fecundación todo empieza a cambiar a una velocidad vertiginosa.
Muchas mujeres relatan que fueron conscientes de que estaban embarazadas desde los primeros días de gestación incluso sin que hubieran aparecido los síntomas habituales, náuseas, mareos, sueño o cansancio.
La psique de la mujer ya está en plena ebullición, hay mucho por preparar. Todo el organismo comienza a ser partícipe de la nidificación y el crecimiento del embrión. La sensibilidad que requiere este momento hace que las emociones estén a flor de piel.
Este es un buen momento para que te conectes a tierra, solicita ayuda a la Madre Tierra, observa el movimiento de la naturaleza y déjate guiar por ella, tú formas parte de ella.
La práctica de yoga evoluciona a medida que se transforma el cuerpo y también en función del nivel de energía, del estado físico y emocional del momento.
Primer trimestre. Dejar que las cosas se hagan.
Las primeras semanas de gestación son delicadas, si aún no han aparecido síntomas es posible que la mujer envuelta en las actividades del día a día y con la energía propia de la juventud no repare en su estado a la hora de realizar las actividades a las que estaba acostumbrada.
Este es momento de ir desacelerando, tomando conciencia de lo que está sucediendo en el interior y de darse permiso.
Si la mujer es deportista debe evitar esfuerzos musculares intensos, saltos y compresiones abdominales. Si no realiza ejercicio de manera habitual es mejor que en las primeras semanas se limite a caminar con moderación.
En el primer trimestre hay que dejar que las cosas se hagan, si practicas yoga de forma habitual puedes seguir, comunícalo a tu profesor/ra para que lo tenga en cuenta y te adapte la práctica.
La práctica debe ser ligera, fácil y lenta. Distensión, reposo y aflojar son sus cualidades.
Segundo trimestre. Fortalecer.
Generalmente los síntomas desagradables de las primeras semanas desaparecen o disminuyen. Las mujeres refieren este periodo como el más satisfactorio, la fatiga disminuye y la energía vuelve.
La mujer se expande en un plano físico y psicológico, si el entorno que la rodea es favorable florece, por lo que la palabra clave sería libertad de acción.
Aunque el cuerpo continúa cambiando y el centro de gravedad y el equilibrio debe reajustarse a la forma y al volumen que va tomando.
Es momento de aprovechar la energía disponible para la organización del “nido” , preparar las posibles formas de parto y fortalecer el cuerpo para el parto y la lactancia.
En la práctica de yoga en el segundo trimestre fortalecemos, trabajamos el equilibrio, los dolores dorsales, lumbares, pélvicos, ciática, piernas cansadas, calambres y molestias respiratorias mejoran o desaparecen con la práctica.
Tercer trimestre. Interiorizar.
En esta últimas semanas la forma que va tomando el cuerpo va ralentizando a la mujer y cada vez se hace más consciente de los cambios que están por venir.
La psique de la mujer se repliega, se ausenta de lo exterior y se concentra en la unión con su hijo/a, enfocando su atención en los detalles para ofrecer un nido acogedor.
La necesidad de sentirse apoyada y sostenida aumenta por lo que la relación con su pareja o con su entorno afectivo será vital en este periodo.
En la práctica del yoga el tercer trimestre interiorizamos, profundizamos en la relación con el hijo, trabajamos la estabilidad de la pelvis, fortalecimiento del periné, de la musculatura pectoral para preparar y facilitar la lactancia.
Practicar yoga.
El yoga es la mejor cosa que la mujer puede hacer por sí misma y por el bebé, física, emocional y espiritualmente. Se necesita mantener un cuerpo fuerte y flexible que tendrá que enfrentarse a un peso adicional y a hormonas hiperactivas.
Las asanas ayudarán a combatir el cansancio, el dolor de espalda, los problemas digestivos y los dolores de cabeza. Los ejercicios respiratorios serán buenos aliados durante el parto.
La práctica respiratoria, con exhalaciones largas y profundas, así como la técnica de ujjayi, mantiene a la mujer en estado de presencia, capacitándola para dirigir el prana o energía vital hacia el bebé.
Técnicas de relajación y visualización, la mantendrán serena y en permanente contacto con la vida que crece en el interior.
Una práctica continuada fortalecerán el sistema endocrino y nervioso, vitales para un embarazo y alumbramiento saludables.
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